
“Antes había un canal abierto que era un riesgo permanente para los niños. Los furgones se estacionaban muy a la orilla. Entonces, cuando los niños se bajaban caían directamente hacia al canal. A pesar de que no siempre corría agua, era peligroso para los niños debido a su altura, al barro en invierno, a las piedras y a lo difícil del terreno”.
Juan Araya, Docente Escuela F-413, Tinguiririca.